martes, 6 de octubre de 2009

ANTECEDENTES A LA CAPTURA DE ATAHUALPA

Días antes al encuentro en Cajamarca entre las huestes de Pizarro y Atahualpa, ambos jefes militares pasaban los dias en medio de un profundo análisis sobre lo que seria el encuentro. Atahualpa, envía a su espía Ciquincharayauqe, quíen ya había confirmado que los españoles no eran dioses. No obstante, en vez de dejar expuesta tal cosa, evitó que los partidarios de Huáscar (en adelante "huascaristas") siguieran pensando que lo eran. De tal manera, que él sería quien derrotaría y capturaría a los dioses, lo cual lo legitimaría totalmente como gobernante del Imperio ante sus propios enemigos.
Por otro lado, Francisco Pizarro también desplegaba sus piezas de modo inteligente. Evitó en todo momento que los atahualpistas conocieran el verdadero poder de las armas españolas, de tal modo que siempre se mantuviera el elemento sorpresa. Tenía planeado capturar a Atahualpa en medio de la plaza aprovechando el desconcierto general.

Según se relata en el libro Historia y Conquista del Perú, escrito en el siglo XIX por William H. Prescott, en la invasión española a la plaza de la ciudad, cualquier intento de asalto a los ejércitos del Inca que cuidaban el valle hubiera sido un suicidio. La retirada tampoco era una opción, porque todo gesto que se pudiera interpretar como una debilidad que redujera el poderío que los españoles deseaban ostentar sería una invitación a una persecución y ser atrapados en los pasos de las montañas controlados por los incas.

Para invitar a Atahualpa envió a su capitán Hernando de Soto, aunque luego enviaría a su propio hermano junto a una tropilla de jinetes por si la situación se complicaba. Sin embargo, dejó claramente establecido que de ninguna forma se debía dar muestra alguna de los recursos bélicos de su tropa ni del poder de los caballos. Pizarro observaría todo desde una torre de la fortalecilla que domina la plaza.

Soto llegó a Cajamarca acompañado de, entre otros, el intérprete Felipillo de Poechos (Hernando Pizarro lo haría con Martinillo). El campamento en los baños de Pultumarca debió ofrecer una vista sorprendente a los conquistadores. Acostumbrados a ver tribus bárbaras en su estancia en el Centro de América y aún en los actuales territorios de la costa colombiana.

Llegados al palacete donde descansaba Atahualpa, Felipillo tomó la palabra y demandó la presencia de éste. Un orejón iría donde su señor con el mensaje y los españoles quedarían a la espera de alguna respuesta. Sin embargo, transcurría el tiempo y quien sí hizo su aparición fue un encabalgado Hernando Pizarro, que irrumpió con rabia en el recinto. Sin bajarse del animal, se dirigió a Soto preguntándole por el motivo de su demora, a lo que éste respondió "aquí me tiene diciendo ya sale Atabalipa... y no sale". Pizarro le ordenó muy molesto a Martinillo que llame al Inca, pero como nadie salía, se encolerizó aún más y dijo "¡Decidle al perro que salga...!"
Tras el agravio, Ciquinchara se presenta ante todos a observar la situación y procede a llamar a Atahualpa, mencionando a Pizarro como aquél que lo había ofendido en Maixicavilca. Es justamente tras esto que se aparece el Atahualpa, caminando hacia el lugar y procediendo a sentarse sobre un banco colorado, siempre tras una cortina que únicamente dejaba ver su silueta. De éste modo, podía observar al enemigo sin ser visto; con lo que estaba en una perfecta posición para estudiarlos.

De inmediato, Soto se acerca a la cortina, aún encabalgado, y le presenta la invitación a Atahualpa, aunque éste ni siquiera lo miró. Más bien, se dirigió a su súbdito y le susurró algunas cosas. Pizarro, irascible como ninguno, perdió nuevamente los papeles y comenzó a vociferar una serie de cosas que acabaron por llamar la atención del Inca, quien ordenó se remueva la cortina. Su mirada ahora sí se dirigía a los españoles... o muy particularmente al osado que lo había llamado "perro". Sin embargo, apartó su mirada de él, mostrando el mayor desprecio, y se dirigió a Soto, diciéndole que le avise a su jefe que al día siguiente iría a verlos donde ellos estaban y que ahí deberían pagarle todo lo que tomaron durante su estancia en sus tierras.

Hernando Pizarro, sintiéndose desplazado, le dijo a Martinillo que le comunique al Inca que entre él y el capitán Soto no había diferencia, porque ambos eran capitanes de Su Majestad. Atahualpa no se inmutó y siguió bebiendo de un vaso. Sin embargo, Soto le comentó al Inca que aquél era hermano del Gobernador. Éste nuevamente hizo poco caso al personaje, pero finalmente se dirigió a él diciéndole que sabía la forma en que humilló a varios caciques echándoles cadenas y que su espía le contó que él solo había matado a 3 cristianos, a lo que el impulsivo Pizarro contestaría que su espía era un bellaco y que un solo español bastaba para matar a todos los indios porque eran todos unas gallinas y que si él lo deseaba, podía demostrarlo yendo a la guerra a su lado. Esto iba completamente en contra del plan de su hermano, pero afortunadamente el Inca solo lo tomó como una bravuconada. Los españoles convencieron al inca de solo llevar sirvientes y no soldados al encuentro como gesto de buena voluntad, aunque de igual modo Atahualpa llevo a algunos cientos de soldados de su guardia imperial. Atahualpa marcho con 30.000 a 70.000 sirvientes (según la fuente) ocultando unos pocos guerreros ya que el resto estaba desarmado por orden suya (porque pensaba capturar a los españoles como a animales), Pizarro los esperaba con 180 españoles, 37 caballos.


LOS PROLEGÓMENOS A LA INVITACIÓN:

Atahualpa aceptó la invitación, y encabezó una lenta y ceremoniosa procesión de miles de hombres, mayormente bailarines, músicos y cargadores de servicio. La marcha le tomó buena parte del día, causando la desesperación en Francisco Pizarro y sus hombres, porque no querían pelear de noche. Esto es notable porque a estas alturas de la campaña de conquista del Tahuantinsuyo, nunca los españoles sabrían pues el secreto de atahualpa, ya que los españoles ignoraban que los incas no combatían de noche por motivos rituales.
Escondidos dentro de la ciudad, las tropas españolas no presentaron resistencia durante el ingreso del fuerte Inca a la ciudad. Tuvo lugar un incidente cuando el fraile Vicente de Valverde se aproximó al fuerte Atahualpa y le ordenó que renunciara a su religión pagana y que aceptara en cambio al catolicismo como su fe y a Carlos I de España , como soberano. Atahualpa se sintió insultado y confundido por estas demandas de los españoles. Si bien seguramente Atahualpa no tenía intenciones de acceder a las demandas de los españoles, según las crónicas de Garcilaso de la Vega, el Inca intentó algún tipo de discusión sobre la fe de los españoles y su rey, pero los hombres de Pizarro se comenzaron a poner impacientes.
De repente, sonaron las dos piezas de artillería que estaban en una torre. Los españoles de a caballo, así como los de a pie, salieron organizadamente con sus objetivos bien claros: los encabalgados, a "barrer" con la gente y sembrar el pánico con los poderosos ruidos de los cascos de sus caballos, que acompañaban con cascabeles para hacer aún más bulla. Los de a pie fueron directamente a capturar al Inca, logrando de éste modo que tanto el ejército del Inca, como la población se desmoralicen.
Como resultado del encuentro entre 4.000 a 7.000 sirvientes del Inca murieron y otros 7.000 fueron heridos o capturados, los españoles tuvieron solo un muerto (aunque no mencionan las bajas de los indios que les ayudaron) y varios heridos.


A este episodio que cambiaria rotundamente la historia de nuestro Perú, a decir de la Dra. Maria Rostowroswki seria : "EL ENCUENTRO DE LOS 3 MUNDOS" (el blanco español, el esclavo negro africano y el indio nativo)

DATO IMPORTANTE:
Durante el proceso de captura, apresamiento, muerte de Atahualpa y destrucción del Tahuantinsuyu; no solo participaron los indigenas nativos, sino tambien:
1.- Los indios de Panamá, Guatemala, etc.

2.- Los MOROS y MORISCOS (musulmanes convertidos al catolicismos o los musulmanes catolizados) fueron los cocineros, enfermeros y cargadores.

3.- Los Negros Esclavos o tambien llamados los "NEGROS DESBARRIGADORES"(negros de guerra), quiénes llegaron con los españoles. Eran llamados por los espeñoles como: "Piezas de ébano": (eran los negros esclavos, tratados como mercancia, es ecir se compraban y vendían. La posesión de gran cantidad de esclavos era motivo de admiración entre la nobleza y el populacho)