A continuación reproducimos la opinión de nuestro querido historiador Antonio Zapata (presentador del programa SUCEDIO EN EL PERÚ, que se transmite en el canal Tv Perú - 7) quien opina al respecto sobre la tan polémica creación del colegio de historiadores del Perú.
Por Antonio Zapata:
El pasado 7 de abril del 2009, la Comisión de Educación del Congreso ha aprobado un proyecto de ley para crear el Colegio de Historiadores. Parecería un proceso normal e intrascendente, porque casi todas las profesiones disponen de un colegio que vela por sus intereses. Pero, no es tan simple. Para empezar, no hemos sido consultados. Una rápida encuesta entre algunos colegas da como resultado que nadie ve con buenos ojos la organización de un colegio profesional. ¿Qué significa esta contradicción?
Por Antonio Zapata:
El pasado 7 de abril del 2009, la Comisión de Educación del Congreso ha aprobado un proyecto de ley para crear el Colegio de Historiadores. Parecería un proceso normal e intrascendente, porque casi todas las profesiones disponen de un colegio que vela por sus intereses. Pero, no es tan simple. Para empezar, no hemos sido consultados. Una rápida encuesta entre algunos colegas da como resultado que nadie ve con buenos ojos la organización de un colegio profesional. ¿Qué significa esta contradicción?
La iniciativa parlamentaria se fundamenta en dos proposiciones, ambas equivocadas. Sostiene la Comisión de Educación que la calidad de la producción histórica se halla en peligro a causa de la intromisión de otros profesionales en nuestros predios. Esa idea no se sostiene. Por el contrario, vivimos la era de los estudios interdisciplinarios. Para entender cualquier proceso social se requiere del concurso de diversos enfoques: el sociológico, antropológico e histórico forman la base de la comprensión en ciencias sociales. Nadie trabaja en solitario y aislado, todo estudio de cierta envergadura requiere del concurso simultáneo de varias disciplinas científicas. Así, al revés de lo planteado por la Comisión de Educación del Congreso, la intromisión de las otras disciplinas enriquece y no empobrece la producción de conocimientos históricos.
Por otro lado, la historia se entromete más que otras disciplinas de ciencias sociales.
Como toda materia tiene antecedentes, se halla colegas trabajando en muy variados campos. Encontramos historiadores de la medicina, de la arquitectura, de la vida política, económica, cultural, etc. Entonces, antes que estar soportando una invasión, es obvio que nosotros penetramos en las demás ciencias para escribir su respectiva historia. Por ello, estamos interesados en la libertad del ejercicio histórico. Si nosotros nos cerramos, mañana se cerrarán los demás. Por ejemplo, algún colegio podría obligar a que la historia de la medicina la escriban solamente médicos y se prohíba a historiadores. Es una situación absurda; no deseamos exponernos a ello.
El segundo punto de la moción de la Comisión de Educación es más complicado. Sostiene que el futuro Colegio de Historiadores debe estar integrado por licenciados. Así se hace de este título profesional el eje de la carrera. Ello no es así. Una buena parte de los colegas ha obtenido su bachillerato y luego ha seguido con maestría y doctorado. Para entrar a los posgrados se requiere bachillerato y no licencia. Más adelante, para graduarse de doctor no es necesario haber hecho la licencia. Entre historiadores es un título menor y que poseen solamente algunos colegas. Bien por ellos, pero no les otorga derecho a cerrar las puertas de la profesión.
La licencia en historia carece del peso que posiblemente tiene en otras carreras. Un historiador no es un médico o un abogado, que para ejercer se entiende que sean colegiados. Nosotros no podemos operar a nadie ni meterlo preso. Nuestras interpretaciones del pasado son mucho más inofensivas. Los historiadores empezamos la carrera desde que enseñamos en una universidad o publicamos un libro. Es un oficio libre e invitamos a los demás profesionales a incorporarse, porque hay mucho campo en la historia.
El tema de la licencia debería motivar una seria discusión en la próxima ley universitaria. En el resto del mundo no existe ese título; carece de equivalente. Lo universal es la escala de tres grados académicos: bachiller, máster y doctor. La licencia es un peruanismo que dificulta la acreditación de nuestros académicos con el resto del planeta. Cuando un profesor extranjero quiere enseñar en una universidad nacional, le piden licencia y como no existe en su país, le cierran las puertas. Estamos en desacuerdo. El Pleno del Congreso debe saber que la inmensa mayoría de historiadores preferimos regirnos por la calidad y no por la pertenencia a un colegio de licenciados.
Tenemos el ejemplo de nuestra principal historiadora del Perú antiguo, la doctora María Rostworowski, que es autodidacta, nunca fue alumna universitaria y, sin embargo, es la número uno de nuestra profesión. Valoramos especialmente este tipo de carreras y hemos elegido una especialidad que no requiere el tutelaje de un colegio profesional.
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